La rosácea es un trastorno inflamatorio del rostro que provoca erupción cutánea, cuperosis, telangiectasias, sensación de quemazón, pústulas y granitos de la piel de los pómulos, nariz, mentón y frente. Afecta a hasta un 10% de la población y es 3 veces más frecuente en mujeres.
Cuando la rosácea progresa, pueden desarrollarse otras alteraciones como compromiso ocular, descamación, edema, engrosamiento de la piel, especialmente notorio y característico cuando afecta a la nariz (rinofima).
Se trata de una patología crónica cuyos primeros síntomas aparecen en torno a los 20 años, y al llegar los 30 presentan manifestaciones más molestas, siendo un problema de salud de relativa alta prevalencia entre los 40 y 60 años de edad.